PLAN LECTOR.
Después de leer la historia, intenta calcular tu I.M.C.
- Me tiene harto el maestro de gimnasia –dijo Fofó,
visiblemente enfadado.
- ¡Como te oiga que le dices maestro y encima de
gimnasia….! –le replicó Eli con una sonrisa maliciosa.
- ¡Me importa un pepino lo que piense! –y, remedando a
su “adversario”, añadió:- ¡No me gusta que me llaméis maestro, mi nombre es
Jacobo! ¡No se dice gimnasia, se dice Educación Física!... ¡Qué panoli!
- Pues yo creo que tiene razón –echó leña a la hoguera
Fran–, a mí tampoco me gustaría que los maestros me llamaran “alumno”, quiero
que me llamen Fran, que es como me llamo.
- Tonterías –puntualizó Fofó–, un maestro es un
maestro y eso no tiene vuelta de hoja…, son todos iguales.
Mientras hablaba, Fofó jugueteaba nerviosamente con un
papel que tenía en las manos. Fofó, que en realidad se llamaba Felipe, era un
muchacho de doce años, regordete, de mejillas rosadas, y algo refunfuñón. Esa
mañana estaba de mal humor, y cuando tocó el timbre para ir al recreo, salió
disparado en busca de sus amiguetes de otras clases para así poder desahogarse
a gusto.
- Pero bueno –dijo Gugui–, ¿se puede saber qué es lo
que te pasa hoy?
- Nada especial –respondió escueto Fofó.
- ¿A quién quieres engañar? –preguntaron los demás a
coro echándose a reír a continuación, pues era ésta la frase favorita de la
pequeña pandilla.
- La verdad es que estoy mosca con Jacobo –confesó
finalmente.
- ¿Y eso?
- Pues que ayer en clase nos mandó unos deberes muy
extraños.
- ¿Sííí?
- Sí, que vayamos a una farmacia y le entreguemos
mañana nuestro IMC.
Entonces Fran, Eli, Gugui y Loli se miraron entre sí,
dibujando cada uno de ellos una mueca de extrañeza y de nuevo, como si de una
coreografía vocal se tratase, dijeron al unísono:
- ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿El INC?????????
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿El INC?????????
- No, el IMC –respondió tranquilamente Fofó, que al
notar la ignorancia de sus amigos, de repente, sintió un extraño poder sobre
ellos.
- Habla, habla –le apremiaron-, ¿Qué es eso del IMC?,
¿tiene algo que ver con el CSI?, ¡Qué guay!
- ¡Qué va, pero qué pardillos sois! –e hizo una pausa
teatral para añadir a continuación:
- Si queréis saberlo me tendréis que recompensar: una
chuche por pista.
- ¿A quién quieres engañar? –dijeron los cuatro, de
nuevo, al unísono.
- Pues nada, que os lo cuente otro –no cedió Fofó,
mientras que notaba que su cabreo iba desapareciendo por momentos y estaba
siendo sustituido por el placer de tener a todos sus amigos pendientes de él.
- ¡Bueeeeeno! –dijo Loli–, yo sí quiero una pista, y
te doy esta gominola, pero me la dices al oído, que no la oigan estos agarraos.
- No, no, nosotros también queremos pista –dijeron los
otros.
- Pues una gominola por cabeza –sentenció nuestro
protagonista.
- De acuerdo –dijeron todos.
- Pista número uno: “IMC son unas siglas” –dijo tras
recoger su pequeño botín.
- ¡Pero eso ya lo imaginábamos!
- ¡Ah, lo siento! ¿Queréis otra pista? –respondió
alargando la mano.
- No, no, espera que pensemos un poco.
- ¡Ya lo tengo! –gritó Gugui– IMC significa:“Ir Muy
Cerca”.
- ¡Qué tontería! –rieron los demás-, ¿y para qué
querría el de gimnasia que fueses muy cerca?, ¿muy cerca de qué, del aprobado?,
¿y eso te lo dicen en una farmacia? Ja, ja…
- Como dice el de matemáticas: ‘Primero piensa, luego
vuelve a pensar y luego habla’ –añadió Loli, la empollona.
Entonces Esteban gritó:
- ¡Cállate ya, Tebi! –gritó Fofó, que veía que
éste se embalaba como siempre. Tebi, a veces, mejor dicho, siempre, les ponía
la cabeza como un bombo con sus elucubraciones–. Está bien, y sólo para que
éste se calle os voy a decir qué significa I.M.C.
- ¡Bien hecho, Tebi! –aplaudieron Loli y Eli.
- IMC –continuó Fofó– quiere decir “Índice de Masa
Corporal”.
- ¿Cóóómo?
- Ín-di-ce-de-ma-sa-cor-po-ral –silabizó entonces.
- ¿Y qué leches es eso?
- Pues eso es que tú vas a la farmacia, te subes en la
báscula, te pesas, te mides y luego haces unas cuentas y te da un número que te
dice si estás gordo, flaco o normal.
- ¡Aaaaahhhhh! –acertó a decir Fran abriendo la boca
como si fuese un pez.
- ¿Y para saber si estás gordo o flaco hay que ir a
una farmacia y hacer todas esas cuentas? –preguntó extrañada Eli.
Fofó, que notaba que aquel poder que había sentido
sobre sus compañeros minutos atrás se le escapaba como arena entre las manos,
intentó defenderse:
- ¡Hombre! Jacobo dice que te ayuda a saber si estás
peligrosamente delgado o tienes que perder un poco de peso. Además, es un
índice objetivo, ya sabes que las mujeres os veis casi siempre más gordas de lo
que en realidad estáis, y esto te dice la verdad, aunque es más fiable si se
hace con adultos. Con nosotros es más bien algo orientativo.
- ¿Y por eso estás enfadado con el maestro? –dijo
Fran.
- Pues sí, Jacobo “el Bobo” me tiene harto; manda
muchos deberes y encima siempre nos dice que es por nuestro bien.
- ¡Oye!, ¿y cómo se halla ese IMC? –quiso saber Loli,
¡quién si no!
- Pues espera, que lo tengo apuntado en el cuaderno.
Fofó cogió su mochila (que se llevaba incluso al
recreo, pues le había desaparecido días atrás su portaminas preferido y no se
fiaba ni de su sombra), sacó el cuaderno de Educación Física, abrió por la
parte de los apuntes y leyó en voz alta y entonando como si de una poesía se
tratase:
…en donde P
es tu peso en kilogramos y A2 es tu altura en metros al
cuadrado. Por ejemplo–continuó emocionado Fofó-, yo peso 85,1 kilos y mido
1,64, pues mi índice de masa corporal sería:
- Treinta y uno coma seis cuatro, cero, tres –repitió
como hipnotizada Loli–. Muy bien, treinta y uno coma lo que sea…, ¿y eso, qué
leches significa?, ¿que pesas mucho?, ¿que te sobran treinta y un kilos?, ¿qué?
BAREMO DEL ÍNDICE DE MASA CORPORAL
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