Por Aurora Pérez ( la atleta veterana española más laureada)
.
LA VIDA A ZANCADAS .
TRES AMORES.
Aun cuando no tenga fe en que llegaré a mi destino, aun cuando puede que me rompa durante el camino, seguiré dejando huellas en la tierra que sabe que la he pisado y pasaré de puntillas por el asfalto que no recordará mis pasos. La tierra, que tantas veces maltrató mis pies, la tierra que en tantas ocasiones generó mi agonía, sigue y seguirá formando parte de mí y de mi vida. Y no le guardo rencor, porque yo también la lastimé con mis caídas y ella también padeció con mis traspiés. La alfombra diaria para mis sufrimientos ha sido, la estela que me ha guiado hacia los éxitos, la patria donde he forjado mi voluntad.
Con lágrimas la he regado, de sonrisas la hice cómplice, encubridora fue de malos tiempos, de resultados inciertos; por momentos alabé sus llanuras, por instantes odie sus colinas, sus serpenteos me distrajeron, sus raíces me enojaron, los árboles de sus lindes me sombrearon.
Salgo cada día a reunirme con ella, me espera inerte y seria, pero yo noto su emoción y como se complace en verme, me echa de menos a su modo y la noto alegre en mi retorno.
La tierra acoge mi vuelta el tartán y el asfalto, para seguir aprendiendo en ella a superar mis debilidades y doblegar a mi espíritu cuando se encuentre agotado.
Si voy con compañía, no me estorba, no me habla e incluso silencia mis pasos y mis jadeos; si voy sola, me entretiene con los sonidos que dejan mis zancadas en el camino, me hace escuchar el viento, en sus curvas me recreo y las piedrecitas que la cubren susurran en mis oídos.
Celosa se muestra si ocasionalmente la cambio por la carretera, pues siente que la engaño,pero sabe que en ella, en la tierra, dejo un rastro que no queda marcado en el asfalto, y la traiciono a sabiendas e que no ignora que volveré a ella para contarle mis sueños, y perdonará mi infidelidad, me recogerá de nuevo y no olvidará que la añoro.
Y en la vuelta le cuento que también el asfalto ha sido origen de mis desvelos y donde han vivido más de una vez mis anhelos, pues su lisura y tersura han hecho volar a mis piernas, aunque asimismo las dañaron con su firmeza, si acaso abusé de él y le falté al respeto, y hube de regresar a la tierra para su curación completa.
De igual modo le confieso que en tartán he morado largo tiempo, en su pista ovalada nací y crecí, fué mi primer amor, el altar donde está mi Dios. Sabe el tartán que los tiempos que me marca son réplica exacta de mi valía, la realidad palpable de lo que soy como corredor; a el recurso para medirme, para alargar mi zancada, para estirmar en su regazo cuanto vale mi esfuerzo valorado en minutos y segundos exactos. Y tanto tierra como asfalto conocen la historia y no se sienten meros comparsas, cada cual vale como fin o como medio, adictivos y especiales, necesarios y perfectos.
El tartán
Pero cuando percibo que ruge el tartán en mis entrañas, si noto cerca de mí su olor a reto, vuelvo a atracarme de entusiasmo mientras mis piernas gritan a zancadas sus sentimientos.
Porque la tierra entorpece mi carrera con sus dificultades y sus cuestas, con su barro y sus roderas, pero me da la fuerza que quiero, la fuerza que me alimenta; el asfalto, la carretera, me hace sentirme ligera cuando la sobrevuelo con la vista al infinito, pues sé que no he de mirarla ya que no torcerá mis tobillos; y el tartán ... el tartán es la cuna de la humildad, mi adorado territorio, porque lo que él me da es, con seguridad, lo que valgo sin más.
Celosa se muestra si ocasionalmente la cambio por la carretera, pues siente que la engaño,pero sabe que en ella, en la tierra, dejo un rastro que no queda marcado en el asfalto, y la traiciono a sabiendas e que no ignora que volveré a ella para contarle mis sueños, y perdonará mi infidelidad, me recogerá de nuevo y no olvidará que la añoro.
Y en la vuelta le cuento que también el asfalto ha sido origen de mis desvelos y donde han vivido más de una vez mis anhelos, pues su lisura y tersura han hecho volar a mis piernas, aunque asimismo las dañaron con su firmeza, si acaso abusé de él y le falté al respeto, y hube de regresar a la tierra para su curación completa.
De igual modo le confieso que en tartán he morado largo tiempo, en su pista ovalada nací y crecí, fué mi primer amor, el altar donde está mi Dios. Sabe el tartán que los tiempos que me marca son réplica exacta de mi valía, la realidad palpable de lo que soy como corredor; a el recurso para medirme, para alargar mi zancada, para estirmar en su regazo cuanto vale mi esfuerzo valorado en minutos y segundos exactos. Y tanto tierra como asfalto conocen la historia y no se sienten meros comparsas, cada cual vale como fin o como medio, adictivos y especiales, necesarios y perfectos.
El tartán
Pero cuando percibo que ruge el tartán en mis entrañas, si noto cerca de mí su olor a reto, vuelvo a atracarme de entusiasmo mientras mis piernas gritan a zancadas sus sentimientos.
Porque la tierra entorpece mi carrera con sus dificultades y sus cuestas, con su barro y sus roderas, pero me da la fuerza que quiero, la fuerza que me alimenta; el asfalto, la carretera, me hace sentirme ligera cuando la sobrevuelo con la vista al infinito, pues sé que no he de mirarla ya que no torcerá mis tobillos; y el tartán ... el tartán es la cuna de la humildad, mi adorado territorio, porque lo que él me da es, con seguridad, lo que valgo sin más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario